Nunca seremos nacidos de Elton Honores
Por Rubén Quiroz Ávila
Honores, como todo lo que hace en el universo académico, es un individuo comprometido e incansable con un programa literario particular. Es un tenaz cultor de aventuras literarias fantásticas y conspicuo organizador de intensos conversatorios sobre la ciencia ficción y literaturas alternas. Su perfil es de una figura etérea, con la fugacidad de un personaje decimonónico andando por las calles de Lima y, a la vez, con la búsqueda de trascendencia que da el poder de la imaginación desatada y convertida en prodigioso artefacto artístico. Por eso, además de agudo ensayista y profesor universitario, la creación narrativa es una forma de expresión inevitable.
De ese modo, en su nouvelle Nunca seremos nacidos (Maquinaciones, 2024), Loredano (inspirado en un personaje de Clemente Palma), un vampiro lúcido acecha los lugares y el tiempo, en la que Lima y su historia son parte de la trama. Lima es una dimensión perfecta para historias vampíricas y más en compañía de personajes maravillosos de la literatura y la ciencia peruana. Es decir, Honores, un conocedor profundo de nuestra comunidad de debate intelectual, los hace partícipes, no solo como personajes mencionados sino vinculados por sus ideas. Así, teje una trama basada en los avances de la ciencia, sus aventuras y audacias, bajo movimientos en diferentes capas epocales que realmente coexisten y se retroalimentan, con escenografía gótica que se dispersa en el cuerpo y los exteriores, con una banda sonora explícita como telón de fondo, en la que los horrores son más bien cotidianos, domésticos, cercanos.
Honores organiza un complot escénico en la que mente es un campo de batalla, y provoca que lo irreal y lo real ya no se distingan, con un fraseo en la que todo oscila, como un efecto mariposa permanente, esta breve novela coloca a su creador como uno de los más interesantes creadores peruanos de Sci-Fi en la actualidad.
